¿Sabías que, cuando amas de manera genunina, no queda más
remedio que te amen? Resulta que, cuando tenemos el corazón abierto, cuando no
estamos juzgando a los demás, sino aceptándolos tal como son, sus corazones
reciben la energía que les transmite el nuestro, lo cual, les alienta a
acoplarse con nuestros buenos sentimientos y a responder de la misma forma.
Recuerda que somos seres vibracionales, es decir, que tenemos frecuencias
vibratorias específicas para nuestros pensamientos y emociones, que el otro recibirá
a través y te devolverá a partir de las suyas. Sin embargo, el mero acto de
reconocer que tenemos el corazón cerrado a alguien nos ayudará a abrírselo.
Cuando nos arriesgamos a abrir el corazón para querernos y querer a los demás
sin juzgar, el amor fluye, se produce una transformación y nuestra autoimagen
mejora, nuestra alma revive… En el acto de percibirnos como alguien digno de
amor, nos hacemos dignos de él.
Las emanaciones energéticas del corazón crean un campo
electromagnético alrededor de todo el cuerpo. Los Princeton Studies in Applied
Consciousness (Estudios sobre Conciencia Aplicada de Princeton) han demostrado
recientemente, que los seres humanos se “tocan” directamente
cuando centran su atención en el otro. Fíjate en los bebés, por ejemplo. Cuando
un bebé llora y otro está cerca, tratará de consolarlo y lo tocará. Recuerda
así mismo, cuando tú has querido consolar a alguien o cuando te gusta una persona,
tratarás de tocarla.
Por ejemplo, el misterioso poder de dos mentes –
corazones que empatizan y están conectados emocionalmente, son suficientes para
transmitir y recibir información detallada entre dos cuerpos humanos distantes,
a través de procesos y medios aún desconocidos. Es por esta razón que una madre
que está en México, sabe que su hij@ está sufriendo en Australia, o presiente
que algo no anda bien.
Robert Jahn, profesor de ciencias aeroespaciales y decano
de la Princeton School of Engineering and Applied Science junto con sus
colegas, han concluido que, no existe una clara frontera entre la mente y la
materia en el ámbito de las ondas y de las partículas, “la
conciencia puede impregnar el entorno que la circunda en un grado coherente con
su propósito dominante”.
Así pues, la conciencia humana influye efectivamente en
el entorno y el amor incondicional es un ingrediente activo para ello. Es
decir, lo que pensamos no sólo nos afecta a nosotros, sino también a las
personas que nos rodean.
Cuando emitimos pensamientos motivados por el miedo o el
juicio, éstos son recibidos por otros seres humanos, con independencia de cuál
sea la distancia y el tiempo. Así pues, cada vez que tenemos pensamientos
fundamentados en el miedo, estamos difundiendo miedo por todo el mundo.
A la inversa, cuando silenciamos pensamientos inducidos
por el miedo y accedemos a la paz y al amor innatos que hay en nuestro corazón,
irradiamos este amor al mundo. Cuando abrimos nuestro corazón para recibir
amor, sentimos cómo se inunda de amor, de todo el amor que ha sido y será
generado por los corazones que aman.
Cuando nuestro corazón percibe directamente los
sentimientos armónicos o discordantes del corazón de la otra persona, “sabemos”
de manera instantánea la verdad de su estado interno actual y le responderemos
como corresponda. Guiarnos por el corazón de nuestros encuentros aquí y ahora
es la única forma sabia de abordar la vida, porque el corazón, como órgano
sensorial del momento presente, es nuestro mejor sistema para conocer
directamente la verdad de una situación.
Cuando el corazón nos habla, estamos integrando todas las
partes del cerebro en un todo intuitivo, donde podemos percibir el conjunto de
una sola vez y actuar en consecuencia. Por tanto, es muy importante, volver a
reconectarnos y confiar con nuestra intuición, en vez de racionalizar todo,
buscando “razones” desde “la loca de la casa”, osea la mente, ya que esta
tomará decisiones basadas en la razón, en nuestras creencias.
¿Qué podemos hacer para abrir el corazón? Trabajar mucho
en “la confianza”, primero en nosotros mismos y después en los demás, así como
en el entorno, en la vida… También trabajar en “el coraje” para enfrentar mi
miedo a ser lastimado en el amor y exponerme poco a poco. Quiero cerrar este
artículo recordándote que el otro es un espejo que te refleja SIEMPRE
tu estado interno, es decir, lo que te checa te choca y, en la medida que vayas
trabajando contigo, tu enemigo se convertirá en tu maestro.
¡Feliz semana!!!