¡Muy feliz semana estimados lectores! Les quiero
compartir que para el INEGI, el promedio de duración de los matrimonios en
México actualmente es de 12 años; esto quiere decir, que las parejas estamos
destinadas a tener dos o tres matrimonios o relaciones estables a lo largo de
la vida. Sin embargo, quienes hayan pasado por un divorcio o terminación de una
relación larga, sabrán lo doloroso que es y lo difícil que es a veces volver a
abrirse al amor. Queda un miedo a ser lastimado, vulnerado, controlado,
traicionado, abandonado, etc…
Muy comúnmente escucho a las personas decir que le
tienen miedo a volverse a enamorar, comprometerse o casarse. Hace tiempo hice
una encuesta en Facebook preguntándole a los hombres por qué no se querían
comprometer en las relaciones y sus respuestas principales fueron las
siguientes:
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Porque sienten que muchas mujeres los buscan sólo para ser rescatadas
económicamente.
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Las mujeres presionan inmediatamente para el matrimonio.
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Exceso de control por parte de nosotras.
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Miedo al fracaso y a ser rechazados.
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Una cultura que pondera lo “light”, vivir sin responsabilidad
·
La gran variedad que está en oferta. Siempre va a haber alguien más joven,
guap@, divertid@, interesante, etc. Relaciones desechables.
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No cumplir las expectativas, o ser exigidos a causa de las mismas.
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Inmadurez afectiva y egoísmo.
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Falta de valores.
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Miedo a las mujeres más exitosas que ellos.
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Miedo a los pleitos legales y pagos de pensión alimenticia.
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No poder proveer adecuadamente.
Y, ¿qué dicen las mujeres?
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Miedo a ser controladas y sometidas.
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Miedo a quedarse con la responsabilidad de los hijos económica y
emocionalmente.
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Miedo a no ser correspondida.
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Miedo a ser lastimada.
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Miedo a que no se cumplan los acuerdos establecidos.
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Insatisfacción sexual
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Infidelidad
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Miedo a no ser jóvenes y atractivas para los hombres.
El chiste mis amigos, es que pareciera cada día más
difícil establecer relaciones de compromiso, duraderas y que lleven al
crecimiento. Y es una paradoja que todos los seres humanos queremos amor, pero
nos gane muchas veces el miedo…
Muchas parejas mueren en el aburrimiento, en la
lenta agonía que da el no divertirse juntos, escucharse, crecer juntos y
conectarse como cuando están en la etapa del enamoramiento. Debemos recordar
que la relación es un organismo vivo que requiere de aventura y novedad.
Así mismo, hemos olvidado que la libertad siempre
la tienes independientemente del estado civil o relacional… Obviamente cuando
hay hijos de por medio el compromiso se vuelve aún mayor, dificultando la toma
de decisiones, pero, es importante comprender que parte de nuestro proceso
evolutivo representa el aprender a amar a una pareja, el compartirte a una
pareja.
Pero, ¿qué necesitamos para abrirnos a dar y
recibir amor? Comprender que en el amor, siempre tiene que haber algo de
incondicionalidad (encuentro de almas, atracción, ganas de estar juntos) y
también algo de condicionalidad (satisfacción de necesidades mutuas y valores
dentro de la pareja).
Como diría Bucay: “Si los dos miembros de una pareja se sienten seguros, queridos,
independientes, conectados, libres y relajados, es difícil el desencuentro. Y
sin desencuentro la infidelidad no tiene espacio, porque no tiene sentido”.
Darse cuenta que, una vez más, el trabajo siempre
es interno, ya que muchas personas tienen la creencia de ser defectuosas, poco
valiosas o poco merecedoras del amor. Trabajar en el autoconocimiento y
autoestima es de suma relevancia para crear relaciones sanas, donde no le
pasemos al otro la responsabilidad por nuestra felicidad o nuestra vida.
También es importante
darle tiempo a la relación para que se desarrolle. Cuando el eros desaparece, es cuando la pareja puede
comenzar a crear algo más profundo y sólido. Hasta hace muy pocos años se creía
que entre más diferente fuera la pareja, era mejor. Hoy se sabe que entre más
intereses en común, valores, proyecto de vida similares tengan, es mucho más
fácil que la relación fluya. Dejar las expectativas almacenadas en un cajón y
ver lo que verdaderamente es el otro, no lo que yo quiero que sea, así como,
trabajar en mis propios miedos, dándome cuenta de su irracionalidad, lo cual me
va a permitir abrirme sin sentirme asfixiado o comprender que el hecho de que
alguien me haya lastimado en el pasado, no significa que los demás lo van a
hacer.
Si quieres profundizar en el tema, te puedes poner
en contacto conmigo. Con gusto te atenderé.