Los hijos del divorcio

¿Cómo están estimados amigos? En esta ocasión vamos a hablar de un tema muy doloroso para quienes lo han vivido; pero lo haremos desde el punto de vista de los hijos, ya que es una realidad, que a ellos, no se les pregunta si quieren o no que sus padres se divorcien,  simplemente se les informa lo que ellos han decidido…
Para los hijos actuales, el tema del divorcio es algo común, ya que muchos de ellos lo viven, a diferencia de nosotros, que venimos de hogares establecidos donde nuestros padres permanecieron casados, así que no tenemos parámetros en la gran mayoría de los casos, para saber cómo lo viven ellos.
Para los hijos, es su primera gran crisis en la vida, pasan de un hogar con papá y mamá, cierta situación económica, convivencia entre familias, a un cambio muy drástico, no sólo por la partida de casa de uno de los padres, sino, en la gran mayoría de los casos, de una pérdida económica y de estilo de vida muy fuerte, que en ocasiones va desde el cambio de casa, hasta el cambio de escuela, con la consecuente pérdida de amigos, lo cual, les acarrea mucho dolor, miedo, frustración y enojo.
¿Qué es lo que les causa mayor conflicto a los hijos? Los pleitos interminables entre los padres, las descalificaciones mutuas, las amenazas, los gritos, los insultos que se dan enfrente de ellos, resulta más doloroso que el proceso mismo del divorcio; es como si estuvieran inmersos en el pleito mismo, donde todos los miedos se desatan, por lo cual, entran en modo de sobrevivencia permanente. Cuando padre o madre insultan al otro, es como si lo insultaran a él. Si un padre castiga económicamente a la madre, ésta estará angustiada por la situación, lo cual reflejará en los hijos. Si la madre se venga prohibiendo al padre ver a los hijos, ellos resentirán su ausencia. Es importante que recordemos que para que haya un conflicto se necesitan dos partes, que no somos víctimas sino co-creadores de esta mala relación que no funcionó evidentemente, pero que, el pleito constante sólo desgasta y no resuelve. Por tanto, tratar de ponerme en los zapatos del otro, entendiendo que detrás del enojo hay mucho miedo y dolor también, es importante para no generar pleitos innecesarios, y menos frente a los chicos.
Muchas veces en consulta me ha tocado ver como el esposo o esposa hacen estrategias para ver cómo se vengan de la pareja, cómo obtener más dinero, cómo manipular a los hijos para ponerlo en contra del otro.  Dejar a un lado la idea de justicia, comenzando a aceptar lo que está, que te van a dar lo que te quieran dar económicamente hablando, que se va a hacer tan responsable de los hijos como lo haya sido durante el matrimonio, que ya el amor se terminó, que posiblemente ya hasta tenga otra pareja, es muy duro, pero necesario, porque es lo que permite decidir qué hacer a partir de eso. Esto no quiere decir que no haya que poner límites, pero hacerlo de una manera asertiva, conectándome con el sufrimiento del otro. Tomar conciencia que el conflicto depende de que cada quien lo alimente, cambiando yo, en vez de querer cambiar al otro.
Otro problema es cuando acusamos o culpamos a uno de los padres frente a los chicos, o cuando le mandamos mensajes a la pareja a través de ellos. Es demasiada presión la que ponemos en sus hombros. Si para nosotros como adultos es difícil manejarlo, imagínate para ellos que no tienen el mismo nivel de madurez. Ejemplo:
-       “Ve y dile a tu padre que no me ha dado el dinero de la colegiatura”.
-       “ve con tu madre y dile que no le voy a dar un peso más”.
-       “ve y dile a tu padre que si se mueren de hambre ustedes va a ser su culpa”.
-       “ve y dile a la floja de tu madre que se ponga a trabajar”…
Recordar que si los padres están bien, los hijos estarán bien. A cómo vivan los padres el divorcio, lo vivirán los hijos. Tratar de conservar la calma, el respeto y el buen trato es fundamental para que ellos a su vez puedan procesar de la mejor manera un asunto tan doloroso. Yo los invito a reflexionar y agotar recursos antes de tomar la decisión de divorciarse, y si es inminente, hacerlo de la manera más pacífica y serena posible, por ustedes como padres, pero sobre todo por ellos.

¡Feliz semana!!!


Obstáculos para lograr nuestras metas

¡Muy buenos días estimados lectores!!! Comienzo agradeciendo sus amables comentarios hacia esta servidora. Me encanta poder aportar un poquito a sus vidas… Hoy vamos a hablar de los obstáculos que nos impiden alcanzar nuestras metas; estas barreras que nos parecen muchas veces lógicas, pero que en realidad, no son más que miedos disfrazados…
1.    La indefensión aprendida: El peor de los pensamientos es creer que yo soy así”, que no voy a cambiar, ya que cada vez que pensamos y decimos esto, es como rendirse, “ya no hay nada que hacer”… Es como decir,“no me fastidies, no puedo cambiar, no puedo conseguir lo que quiero porque yo soy así”. Es  el motivo por el que “yo creo” que ya no puedo hacer nada al respecto. Pero para poder alcanzar mis metas y lograr lo que quiero en la vida, necesito transformarme constantemente, cambiar, reinventarme. Esto lo consigo rompiendo mis paradigmas y atreviéndome a hacer cosas distintas, explorando nuevas tierras, aprendiendo constantemente.
2.    Baja tolerancia a la frustración: Frases como; “mejor lo dejamos”, “vamos a esperar un poco”, “a ver si se mejora la situación”, “no se puede por la crisis”, “no puedo porque no tengo dinero”, “mejor para otro momento”. Las autojustificaciones: “Si no fuera por….”; porque no tengo dinero, porque no tengo estudios, porque no tengo experiencia, porque no tengo la edad, etc.
3.    Las expectativas: Las cuales representan tener pocos recursos y mucha exigencia acerca de algo. Es un curioso juego humano. Por un lado quiero mucho, pero por  el otro me lo exijo… “Es que yo debería de tener esto”, “es que yo debería haber logrado aquello”, “es que yo debería ser eso…” Son trampas que nos ponemos todo el tiempo para justificarnos, para no movernos. Ya saben que el ego siempre va a tratar de volver a lo de siempre, a la zona de confort, a tener el control del resultado. Es terrible como la cultura imperante nos estropea en este sentido. Los estándares establecidos hacen que vivamos con mucha angustia sobre todo lo que “deberíamos” SER – HACER – TENER.
4.    Vivir de ilusiones: Crearse grandes ilusiones, grandes fantasías; el“ya me vi”. Nos pasamos la vida soñando. Es necesario comprender lo siguiente; “LA ILUSIÓN SI, VIVIR DE ILUSIONES NO”; porque esas ilusiones sólo nos dejan en el ámbito de la fantasía pero no de la acción concreta. Hay que responsabilizarnos de lo que nos toca hacer. Por último;
5.    La fuerza de la voluntad: Es una respuesta tanto de la mente como del cuerpo. ¿Qué quiere decir esto? Pues que se acaba, ya que el uso de la misma puede agotar los recursos del cuerpo. Es decir, es limitada… Con el paso de los años nos damos cuenta que podemos querer seguir teniendo la misma fortaleza física y habilidades para desarrollarnos, pero, es una realidad que no es así… Esto conlleva mucha frustración. Sin embargo, la buena noticia es que, la fuerza de voluntad también se puede entrenar. ¿Cómo lo hacemos? Pues logrando pequeñas acciones alcanzables que nos hagan sentir cada vez más orgullosos de nosotros mismos.
Es importante para lograr nuestras metas y alcanzar el éxito, seguir trabajando continuamente en la excelencia personal, haciendo todo con ilusión, con lo que nos mueve el corazón y no hacer nada por obligación.
No es una cuestión de esfuerzo, es una cuestión de conciencia, de estar despierto, de seguir las pautas de lo que va sucediendo, de irse moviendo con los hilos invisibles de la ilusión, del entusiasmo, de tener esa actitud de salir adelante a pesar de la adversidad y de los obstáculos.
Cuando intentamos crecer, cada vez que intentamos que en nuestra vida haya un cambio, ocurren cosas muy curiosas; aparecen situaciones, personas, oportunidades, recursos y muchos aspectos que ni siquiera imaginábamos. De tal manera que, hay que seguir adelante a  pesar de nuestros demonios internos y externos, los cuales se presentan en forma de personas que van a intentar por todos los medios que  no consigamos nuestro crecimiento. Y todo va a empezar por una sencilla cuestión: “cuestionarnos”. Por eso es muy importante que no olvidemos “a dónde vamos”, ya que, si creemos que estamos tomando nuestras decisiones desde nuestra parte más intuitiva y sabia, no permitiendo que nos ganen nuestros miedos.
Lo interesante del asunto es que nos empoderamos no por lo que resolvemos fácilmente, sino por aquellas situaciones que para nosotros han resultado más difíciles. Te invito a que sigas enfrentándote a todos tus obstáculos para que sigas avanzando en el camino.
¡Feliz semana!


Reinventarse

¡Muy feliz lunes estimados lectores!! Como siempre, es un placer compartir con ustedes información que espero les sea de utilidad… El día de hoy vamos a hablar de lo que necesitamos para reinventarnos; para lo cual, lo primero que necesitamos considerar es que para que haya un cambio en algún área de la vida, primero necesitamos un cambio personal.
Si no estás cómodo en una relación, en un trabajo, en una situación, normalmente te imaginas escenarios donde supones que serás mucho más feliz… Solo ves entonces aquello que te falta,  aquello que no tienes y que por tanto deseas… De ahí  que supongas que necesitas  hacer algo para obtener aquello que crees será la fuente de tu felicidad. Es decir, el camino idílico del, “¿dónde estoy?” al “¿a dónde quiero ir?
Sólo que hay un problema, que para llegar a este futuro elegido, necesitas cruzar el río y enfrentarte al miedo de todo lo que vas a encontrar allí.  Y entonces, te vuelves loco en una dialéctica mental contándote todo lo que te puede pasar: brinco o no brinco, lo hago o no lo hago, me atrevo o no me atrevo… Quiero cambiar pero no sé cómo…
En este sentido yo te preguntaría, ¿hay alguien que te esté esperando al otro lado de esta orilla? ¿Te han hecho una oferta en el otro lado del río?, ¿tienes una casa o dónde cobijarte al otro lado? Si la respuesta es no, entonces, ¿para qué quieres ir? Seguramente dirás, ¿entonces no tengo que ir? Pues no…. No tienes que cruzar a la otra orilla si realmente no quieres hacerlo… Sin embargo, es importante trabajar con otra cuestión más importante; ¿qué te ocurre con esta situación actual que te molesta?, ¿qué te ocurre con esta relación?, ¿qué te ocurre con este trabajo que no te gusta? Vamos a resolver la dificultad, para ver todos los recursos que necesitas desarrollar para poder hacerlo. No puedes cruzar a la otra orilla si no cambias primero tú...
Ahora bien, los que son aguerridos y se lanzan sin pensarlo, está perfecto. Pero hacerlo no significa que necesariamente sea un acierto.
En cambio, cuando me te transformas primero tú, ¿Por qué puedes cambiar de trabajo? Porque tienes una nueva mirada sobre la vida, sobre la existencia y sobre lo que te conviene. Es decir, cambio tú, cambias de trabajo…
Sin embargo, muchas personas comienzan al revés… Por ejemplo: “quiero cambiar de trabajo, pero no sé para qué sirvo”, y empiezan con las dudas interminables…
Por tanto, primero hay que preguntarse, ¿desde dónde y hasta dónde?, ¿cuál es mi actitud ante lo ocurre?, ¿me entrego a lo que va sucediendo y a partir de allí voy construyendo?, o ¿me lanzo a la lucha continua? ¿Desde dónde quiero reinventarme? ¿Desde dónde estoy tomando la decisión de lo que quiero?
Otra de las grandes realidades, es que la mayoría de los seres humanos no saben qué es lo que quieren en realidad. De tal manera que se pierden en sus miedos anteriores. En este sentido lo más importante es observar “hacia dónde ya estoy yendo”. O tal vez estoy bloqueado, paralizado... Observa hacia dónde va tu palabra, hacia dónde va tu cuerpo, para volverte a preguntar, ¿desde dónde estás tomando las decisiones que estás tomando y hacia dónde?.
A veces tienes que pasar por otros caminos diferentes a lo planeado. A veces hay que salirse de tenerlo todo pautado y seguro… El primer paso tienes que dar tú, pero ante las contingencias que sucedan en el camino (porque es una realidad que muchas situaciones las va a decidir la vida), pero esas contingencias,  ¿cómo lo vas a aprovechar y cómo te va a ayudar a llegar a donde quieres?
El cambio ocurre, pero sucede porque se da la ocasión y la aprovechas, lanzándote a vivir la experiencia a tope… Viviendo entregadamente a lo que quieres. Visualizándote, sintiéndote, empapándote de información de lo que quieres lograr. Entregándote a cada cosa que descubres… Lo que no puedes cambiar es tu “¿adónde?” Y,  “¿desde dónde?” ; el cómo será lo de menos…
Recuerda que lo que aparentemente no es el camino correcto, te puede  llevar a dónde tú quieres; asumiendo e integrando todas las experiencias para aprovecharlo todo. Cuántas veces no te has dicho, “gracias a esta experiencia, es que yo estoy aquí”, porque eso requiere que adquiriste más recursos personales, desarrollaste nuevos talentos y destrezas que te fortalecieron e hicieron llegar al otro lado del río…


¿Cómo me estoy comunicando?

¿Cómo están mis estimados lectores? Espero que muy bien… Esta semana vamos a hablar de la comunicación, la cual,  es el proceso que ocurre entre una relación. Tenemos a dos sujetos que tratan de transmitir alguna información, la cual, a su vez,  tiene dos niveles:
·Un nivel de contenido: de qué estamos hablando; y,
·Un nivel de relación: cómo me siento contigo.
Es decir, la comunicación es el proceso que facilita que podamos compartir algún tipo de información, así como,  algún tipo de vínculo.
Sin embargo, en el proceso de transmitir esta información hay dificultades; ya que, por un lado, no somos lo suficientemente claros, no decimos lo que queremos decir, o porque la interpretación de lo que decimos está a expensas de lo que entienda el otro. Esto quiere decir, que sólo a nivel de información ya se produce un terrible desconcierto.
Aunado a esto, en cuanto al vínculo, también se crea mucha confusión; ya que, a veces puedo quererte mucho y a veces te desquiero. A veces todo parece muy fácil y a veces no. Por lo tanto, aquello que es información, datos, queda un poco confundido en medio de lo que es la percepción que tengo de la relación. Con  lo cual,  se produce una serie de desconciertos, de transferencias (donde pongo asuntos míos en ti), de contra-transferencias (donde pones  cuestiones tuyas en mí), que complican mucho que nos podamos comprender de manera clara y transparente. Consideremos además, que la comunicación es el proceso más importante de nuestra vida después de los procesos orgánicos del ser humano.
¿Qué es la descomunciación?
Es la interpretación del contenido de un mensaje de forma diferente a lo que dice el comunicante. Por ejemplo, las presuposiciones, donde yo creo entender algo, que puede ser muy diferente a lo que es  (las malinterpretaciones).
Cuando por mucho que lo intentas te das cuenta que el otro no te entiende, por supuesto que tocas la impotencia, e incluso se llega a una sensación profunda de invalidez, porque no me siento comprendido por el otro. Es fundamental el sentirnos escuchados, comprendidos y reconocidos. Cuando no es así, se da el proceso de descomunicación.
Hay que tener mucha flexibilidad y recursos para explicar al otro lo que quiero transmitir. En cuanto al oyente, si no está dispuesto a abrirse a la comunicación, no habrá nada que hacer.
El problema es que muchas veces no sabemos acercarnos a nuestros mundos interiores respectivos (empatía) y acompañarnos emocionalmente. Es importante comprender que las personas no siempre pensamos igual, ni sentimos siempre lo mismo; “no somos quienes éramos, ni aún somos quienes seremos”. Captar el presente de la relación, es sentirnos acompañados de verdad. Cuántas veces no hemos cometido el error de decirle al otro: “Es que hace tiempo me dijiste tal cosa…”. “Ese”, de aquel tiempo, no es el mismo posiblemente que el que tengo hoy enfrente. Creamos imágenes muy rígidas acerca del otro, que nos impiden verlo tal cual en el momento presente.
¿Qué hacemos entonces?
¡Metacomunicar! Es decir,  vamos a hablar del cómo nos estamos comunicando.  Porque si logramos ubicar y romper el nudo que nos está impidiendo entendernos, lograremos aceptar por principio, que no nos estamos entendiendo, y a partir de allí, qué haremos para conseguirlo. Poder observar cómo nos estamos comunicando, hablando de la forma y no del contenido. Para ello se requiere obviamente, las ganas de querer entender al otro, de tratar de percibir cómo ve el mundo el otro, así como, la paciencia para tratar de explicarle al otro cómo veo el mundo yo. Es decir, recordar que cada quien tiene sus propias creencias (formas de ver el mundo a partir de las cuales se les da significado a las cosas).
Para qué estoy usando esa palabra, qué significado le estoy dando en ese momento y cuál es la intencionalidad con que la digo en ese contexto. Sin embargo, muchas personas confunden lo que es el contenido de las palabras con lo que es la relación. Son aquellas que dicen; “o estás conmigo, o estás en mi contra”. Lo cual  acarrea muchos conflictos comunicativos.
Espero que esta información te haya sido de utilidad…



Culpa y responsabilidad

¡Muy feliz lunes estimados lectores! En esta ocasión vamos a hablar de la culpa y de la responsabilidad, ya que muchas veces confundimos a la una con la otra, así como, la importancia de vivir desde la responsabilidad en nuestras vidas.
La culpa es un virus mental que ataca a la gran mayoría de los seres humanos, y tiene que ver con las programaciones que traemos tanto a nivel inconsciente como consciente. En este sentido, la culpa inconsciente se refiere para los orientales, “al karma”, donde venimos a pagar culpas de otras vidas; y para los occidentales, se refiere al “pecado original”, donde ya eres culpable simplemente por el hecho de nacer y pagar los errores de Adán y Eva. Suena loco, ¿no?
Por otra parte, de manera inconsciente, traemos en el ADN las culpas de nuestros ancestros. Por ejemplo, si mi bisabuelo participó en la guerra y mató a personas, estas culpas se registran en nuestro código genético sin saberlo.
En cuanto a la culpa consciente, tenemos de dos tipos,  la culpa real y la culpa neurótica.
Culpa real: Es aquella en donde hacemos un daño de manera voluntaria o involuntaria. Por ejemplo: si atropello a alguien u ofendo intencionalmente.
Culpa neurótica: Es la que esconde detrás un resentimiento. Es decir, estoy enojad@ con alguien y, en lugar de reconocerlo, hago cosas de las cuales después me siento arrepentido. Por ejemplo; cuando me trago el resentimiento contra alguien y después se lo cobro a través de conductas que lo lastiman y por las cuales me sentiré culpable. También dentro de esta categoría se encuentran los casos de la culpa que sentimos ante las estrategias de control y manipulación de alguien más, como es el caso de las relaciones tóxicas, donde someto al otro a través de esta emoción y del miedo. Así mismo, cuando no quiero asumir la responsabilidad de la propia vida, encontraré quien sea el culpable de mi malestar. Y créanme, siempre encontraremos quien lo sea… Nos volvemos verdaderos agentes 007 en busca del culpable. Es decir, cuando el otro no hace lo que yo quiero o no responde como yo quiero, automáticamente lo culpabilizaré de mi malestar y merecerá el látigo de mi desprecio.
Detrás de cada culpa que sintamos se esconden creencias que no hemos cuestionado, donde sentimos “la obligación” de cumplir con un mandato impuesto o autoimpuesto que, cuando no lo hacemos, nos sentimos culpables; siendo por lo tanto, merecedores de un castigo. Y les quiero decir que, tenemos maneras de castigarnos muy sofisticadas, desde enfermedades, hasta autosabotajes en nuestros logros y relaciones, así pensamientos repetitivos de autoflagelación y autopunisión.
La culpa es una emoción que siempre vive del pasado, de nuestras creencias y de hechos ocurridos en el pasado, donde me quedo atascado ahí sin lograr avanzar. Es como un gato que se quiere morder la cola y nunca la alcanza… Las palabras de esta emoción son: “debo”, “debería”, “tengo”, “tendría” o “hubiera”. Cada  vez que las  digo, en realidad no hay un proceso de elección consciente sino una obligación.
En cambio, la responsabilidad se define como, “la habilidad para responder de manera creativa a la vida”, es decir, aquí y ahora, en tiempo presente, yo decido o elijo, como quiero responder ante un evento del pasado o del presente, ejerciendo mi libertad y asumiendo las consecuencias por mis errores. Su palabra es “quiero” o “no quiero”. Lo que podemos hacer ante un error,  es “responder” y “reparar” en la medida de las posibilidades. Es cierto que muchas veces no podremos hacerlo como el otro quisiera o necesitara, pero, en la medida de nuestras las posibilidades lo haremos. La responsabilidad apela al aprendizaje, a la humildad de reconocer mis errores y al crecimiento, por tanto, asumo el control de la propia vida y actúo desde mi poder, ya que estoy consciente del daño.
Por tanto, los invito a convertir la culpa en las “3 R’s”: responsabilidad, responder y reparar.
Espero te haya sido de utilidad. 

¿Qué relación tiene el dinero con la espiritualidad?

Estimados lectores, ¡feliz lunes! El día de hoy vamos a hablar acerca del dinero y la espiritualidad, ya que hay una gran confusión acerca de ello. Pensamos que el dinero es papel y moneda, cuando, lo que en realidad representa, es la energía que da valor a algo. Si yo valoro un servicio, pago por ese servicio; si yo valoro la utilidad que me da tener una casa, compro esa casa. Algo que necesitamos aprender, es que si estamos estresados por la falta de dinero, no estamos valorando muchas veces el trabajo que realizamos.
Desgraciadamente, en algún punto de la historia, a alguien se le ocurrió la idea de que el dinero era malo, inadecuado e incluso pecaminoso, contrario al desarrollo espiritual, pero, este paradigma, ha creado un enorme sufrimiento y confusión a lo largo de la historia, sin cuestionar si es cierta o falsa esta concepción. Así mismo, de esta creencia se han beneficiado muchas personas.
Los pensamientos negativos acerca de los bienes materiales arranca y a lo  mejor  sobrevive, gracias a la visión dualista que tenemos de la vida, ya que los seres humanos a fin de facilitar el proceso de aprendizaje requerimos clasificar y agrupar los diferentes elementos, codificándolos para así comprenderlos y guardarlos en la memoria. Por ejemplo, decimos que hay luz y oscuridad, pero,  al establecer dicha clasificación, desarrollamos una escala de valores opuestos, nombrando elementos que pertenecen a la luz y otros a la oscuridad. No por ello hay que olvidar que luz y oscuridad son tan sólo partes de un todo y no existen la una sin la otra, ya que la oscuridad es simplemente la ausencia de luz. De la misma forma clasificamos en bueno y malo todo lo que nos sucede, pero cabría preguntarnos, ¿Qué es bueno o malo para cada quién?, ya que en una cultura puede ser algo bueno y útil, mientras que en otra no…
Lo mismo ocurre con el espíritu y la materia. Ambos son opuestos pero al mismo tiempo inseparables y complementarios. El espíritu necesita de la materia para desarrollarse y la materia necesita del espíritu para refinarse. Juntos crean una totalidad que es mayor que la suma de sus partes y que, cuando se armonizan y perciben como complementarias, transforman nuestra existencia en una fuente de paz y serenidad.
Separar materia y espíritu no puede generar buenos resultados. En este sentido llama la atención como aquellas personas que se proclaman espirituales, dicen renunciar a los bienes materiales para pasar a engrosar las filas de los que viven a cuenta de los demás, olvidando que el desarrollo espiritual conlleva el desarrollo de independencia financiera.
Tener libertad financiera es dejar de depender del dinero para vivir. No por qué alguien te mantenga, sino por qué has logrado un estado de conciencia en donde ya no trabajas para generar dinero, sino que es el dinero quien comienza a trabajar para ti. Así dejas de servir al dinero para que el dinero te sirva a ti y a los que amas.
Ahora, ¿cómo se hace esto? Percibiendo y sintiendo a la vida como una unidad, como en el Tao, es decir dinero y espiritualidad son parte de un todo mayor.
De tal manera que, los problemas económicos cotidianos, son la expresión misma de nuestros problemas espirituales. Es absurdo gastar excesivamente para aparentar lo que no se es;  así como ser un esclavo de vivir “al debo”, o gastar lo que aún no se tiene. ¿Qué crees que esconden las compras compulsivas, la avaricia o el desorden económico? Evidentemente  un problema espiritual.
El dinero es una de las formas de manifestar  al espíritu, donde tienes la conciencia de que no eres esclavo del dinero, sino su dueño.
El problema no es nunca el dinero,  sino la actitud que tienes hacia él. El problema no es la riqueza, sino cómo ella afecta a nuestro espíritu. Los problemas no resueltos con respecto al dinero, crean obstrucción, angustia, desánimo y apatía.
Resuelve por tanto tus problemas espirituales. Te haré una pregunta: ¿Cuánto valen 1000 pesos para ti? ¿Valen lo que dice el billete? Valen más, menos o nada. ¿Qué valor psicológico le das? ¿Qué sientes si lo pierdes? Espero que las respuestas a esta pregunta generen en ti una nueva  percepción ante este tema. Recuerda que dos amigos esperan reencontrase, uno se llama dinero y el otro espíritu. Espero los reconcilies en tu vida.


Método SEDONA para trabajar las emociones

¿Cómo están mis estimados lectores? El día de hoy les voy a compartir una forma muy sencilla para comenzar a trabajar con las emociones creada por Lester Levenson, que es el Método SEDONA, el cual, ha ayudado a miles de personas en el  mundo a liberarse de la carga emocional, de los sentimientos negativos limitantes, los cuales nos impiden vivir en armonía y paz.
Para Levenson existen tres formas de soltar los sentimientos no deseados. La primera consiste en simplemente en elegir soltarlos. ¡Así como lo oyes!!! Las emociones se presentan en nosotros, pero somos nosotros quienes podemos decidir qué hacer con ellas. Cuando sabemos esto, que nosotros podemos gestionar las emociones, nos es mucho más fácil soltarlas.
Me gusta el ejemplo que pone Levenson:
Toma un bolígrafo, un lápiz o cualquier otro objeto que puedas dejar caer al suelo sin que se rompa. Ahora, agárralo con fuerza e imagina que es uno de tus sentimientos limitantes y que tu mano es tu mente consciente.
A continuación, abre la mano y mueve el objeto. Date cuenta que eres tú quien lo está sujetando y que no está pegado a tu mano. Ya que, normalmente nos agarramos a nuestros sentimientos y nos olvidamos de que lo estamos haciendo. Incluso en lugar de decir: “Me siento enojado” o “me siento triste”, solemos decir: “Estoy enfadado” o «estoy triste».
Es decir, SOMOS nuestros sentimientos. A menudo pensamos que estamos agarrados a ellos, pero esto no es real. Siempre podemos manejar nuestras emociones.
Después, suelta el objeto. ¿Qué pasa? Pues que se cae... ¿Es difícil? ¡Por supuesto que no! Esto es lo que significa liberar. Es posible hacer lo mismo con cualquier cosa que sintamos.
Siguiendo con la misma analogía, si tuviéramos  la mano abierta, no podríamos sujetar el bolígrafo. De tal manera que, cuando aceptamos y damos la bienvenida a lo que sentimos, abrimos nuestra conciencia y permitimos que desaparezcan por sí mismos, como las nubes que cruzan el cielo.
Pasos del Método SEDONA:
1.Piensa en un asunto que quieras resolver y date cuenta cuál es el sentimiento que surge  en este momento. Es importante registrar en tiempo presente las emociones, ya que para la loca de la casa, o sea, la mente, da lo mismo que el evento sea pasado o futuro. El único momento en que podemos realmente cambiar el modo en que nos sentimos o cualquier otra cosa es AHORA. Y, para cualquier sentimiento es el mismo proceso.
2.Hazte la siguiente pregunta: “¿Puedo soltar lo que siento?”: Sólo hay dos respuestas posibles, “SI” o “NO”. Es común que puedas soltar lo que sientes aunque tu respuesta haya sido un “NO”. De cualquier forma, intenta responder a la pregunta sin pensarlo demasiado, evitando buscar una segunda intención o entrar en debate contigo mismo sobre los méritos o las consecuencias de esta acción. Todas los pasos en este método son muy simples.
3.A continuación, hazte la siguiente pregunta: “¿Quiero soltar lo que siento?”: Es decir, “¿estoy dispuesto a hacerlo?”. De nuevo, evita cuestionarte a ti mismo. Recuerda que estás realizando este proceso con el único objetivo de obtener claridad y libertad. No importa si tus sentimientos están justificados o no.
Si tu respuesta es “NO o no estás seguro, pregúntate: “¿Prefiero sentir esto o ser libre?”. Mientras decidas agarrarte a tus sentimientos en lugar de ser libre (lo cual es respetable), estos te controlarán tanto a ti como a tu capacidad para ser, hacer o tener lo que desees.
1.Hazte la siguiente pregunta: “¿Cuándo?”: Ahora, o ponte un plazo, tú decides.
2.Repite los cuatro pasos anteriores hasta que se libere por completo de tus sentimientos. Probablemente los soltarás poco a poco a medida que vaya aplicando los pasos del proceso. Al principio, puede que los resultados sean sutiles, pero si continúas con perseverancia, serán cada vez más perceptibles. Es posible que tengas varias capas de sentimientos sobre un determinado tema, pero todo lo que sueltes te ayudará a sentirte mejor.
Cuando tengas resistencias para dejar ir, es decir, cuando dudes o sientas que no puedes, trabaja con “la resistencia para dejar ir al sentimiento”. Si te fijas, es un método que puedes hacer rápidamente y en automático. Sólo requiere conciencia.
Más del Método SEDONA
1. Define una meta para el día, o la semana, o el mes. Por ejemplo:  “Me doy permiso de recibir $10,000.00 pesos al día”. O, “estoy completamente san@”, “tengo el peso adecuado para mí y me siento muy content@ con este peso”, “tengo la relación perfecta para mí”, etc.
Recuerda que las intenciones, siempre se redactan en positivo sin palabras negativas, en tiempo presente y en primera persona.
2. Observa los sentimientos que despierta esta afirmación en ti y dales la bienvenida sean los que sean.
3. Pregúntate: “¿Puedo dejarlos ir?” , contesta SI o NO.
4. Pregúntate: “¿Los quiero dejar ir?”, contesta SI o NO.
5. Pregúntate: “¿Cuándo?” Ahora es una respuesta valida.
Continúa practicando tantas veces lo necesites.
Ahora bien, cuando tengas una resistencia, pregúntate qué consecuencias tiene para ti tener este sentimiento negativo o este problema. Después, qué ventajas tendría si soltaras este sentimiento o problema, escríbelo. Después trabaja con la resistencia a través de los mismos pasos.
Espero que te haya sido de utilidad… 


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