¿Cómo están estimados amigos? En esta ocasión vamos a
hablar de un tema muy doloroso para quienes lo han vivido; pero lo haremos
desde el punto de vista de los hijos, ya que es una realidad, que a ellos, no
se les pregunta si quieren o no que sus padres se divorcien, simplemente
se les informa lo que ellos han decidido…
Para los hijos actuales, el tema del divorcio
es algo común, ya que muchos de ellos lo viven, a diferencia de nosotros, que
venimos de hogares establecidos donde nuestros padres permanecieron casados,
así que no tenemos parámetros en la gran mayoría de los casos, para saber cómo
lo viven ellos.
Para los hijos, es su primera gran crisis en
la vida, pasan de un hogar con papá y mamá, cierta situación económica,
convivencia entre familias, a un cambio muy drástico, no sólo por la partida de
casa de uno de los padres, sino, en la gran mayoría de los casos, de una
pérdida económica y de estilo de vida muy fuerte, que en ocasiones va desde el
cambio de casa, hasta el cambio de escuela, con la consecuente pérdida de
amigos, lo cual, les acarrea mucho dolor, miedo, frustración y enojo.
¿Qué es lo que les causa mayor conflicto a
los hijos? Los pleitos interminables entre los padres, las descalificaciones
mutuas, las amenazas, los gritos, los insultos que se dan enfrente de ellos,
resulta más doloroso que el proceso mismo del divorcio; es como si estuvieran
inmersos en el pleito mismo, donde todos los miedos se desatan, por lo cual,
entran en modo de sobrevivencia permanente. Cuando padre o madre insultan al otro,
es como si lo insultaran a él. Si un padre castiga económicamente a la madre,
ésta estará angustiada por la situación, lo cual reflejará en los hijos. Si la
madre se venga prohibiendo al padre ver a los hijos, ellos resentirán su
ausencia. Es importante que recordemos que para que haya un conflicto se
necesitan dos partes, que no somos víctimas sino co-creadores de esta mala
relación que no funcionó evidentemente, pero que, el pleito constante sólo
desgasta y no resuelve. Por tanto, tratar de ponerme en los zapatos del otro,
entendiendo que detrás del enojo hay mucho miedo y dolor también, es importante
para no generar pleitos innecesarios, y menos frente a los chicos.
Muchas veces en consulta me ha tocado ver
como el esposo o esposa hacen estrategias para ver cómo se vengan de la pareja,
cómo obtener más dinero, cómo manipular a los hijos para ponerlo en contra del
otro. Dejar a un lado la idea de justicia, comenzando a aceptar lo que
está, que te van a dar lo que te quieran dar económicamente hablando, que se va
a hacer tan responsable de los hijos como lo haya sido durante el matrimonio,
que ya el amor se terminó, que posiblemente ya hasta tenga otra pareja, es muy
duro, pero necesario, porque es lo que permite decidir qué hacer a partir de
eso. Esto no quiere decir que no haya que poner límites, pero hacerlo de una
manera asertiva, conectándome con el sufrimiento del otro. Tomar conciencia que
el conflicto depende de que cada quien lo alimente, cambiando yo, en vez de
querer cambiar al otro.
Otro problema es cuando acusamos o culpamos a
uno de los padres frente a los chicos, o cuando le mandamos mensajes a la
pareja a través de ellos. Es demasiada presión la que ponemos en sus hombros.
Si para nosotros como adultos es difícil manejarlo, imagínate para ellos que no
tienen el mismo nivel de madurez. Ejemplo:
- “Ve y
dile a tu padre que no me ha dado el dinero de la colegiatura”.
- “ve con
tu madre y dile que no le voy a dar un peso más”.
- “ve y
dile a tu padre que si se mueren de hambre ustedes va a ser su culpa”.
- “ve y
dile a la floja de tu madre que se ponga a trabajar”…
Recordar que si los padres están bien, los
hijos estarán bien. A cómo vivan los padres el divorcio, lo vivirán los hijos.
Tratar de conservar la calma, el respeto y el buen trato es fundamental para
que ellos a su vez puedan procesar de la mejor manera un asunto tan doloroso.
Yo los invito a reflexionar y agotar recursos antes de tomar la decisión de
divorciarse, y si es inminente, hacerlo de la manera más pacífica y serena
posible, por ustedes como padres, pero sobre todo por ellos.
¡Feliz semana!!!