Mis estimados lectores, dándole
continuación al artículo de la semana pasada sobre este método sumamente
efectivo de comunicación, creado por Marshall R. Rosenberg, hoy les daré los
pasos para realizarla.
Lo primero que debemos considerar
antes de emitir un juicio, es hacer conclusiones sólo en base a los hechos
observables, ya que normalmente, hacemos una interpretación de lo que pasa y
eso nos desata a la loca de la casa, o sea, a la mente y empeoramos las
posibilidades de desarrollar una buena comunicación. Por ejemplo: La otra
persona se queda callada y yo interpreto que seguramente me está ocultando
algo… Lo único observable es que se quedó callada. En lugar de irme con toda la
caballería con frases tales como: “El que calla otorga”, “seguramente te quedas
callad@ porque no te importa lo que a mí me pase”, “algo me estás ocultando”,
“tu silencio dice más que mil palabras”, etc. Lo importante, es no dar por
sentado nada y mejor preguntar: “¿A qué se debe que te quedes callad@?
Para Rosenberg, los pasos para
llevar a cabo la CNV (Comunicación No Violenta), son
los siguientes:
1. Preguntarme cómo me siento
ante lo que me sucede en relación a otr@:
El problema aquí consiste en
que somos analfabetas emocionales y nos cuesta ponerle nombre y apellido a lo
que sentimos. Me siento triste, enojado, frustrado, impotente, desilusionado,
confundido… Tenemos una gama enoooorme de emociones, pero no nos damos a la
tarea de revisarnos. En este sentido te recomiendo que te imprimas de internet
una lista de emociones positivas y negativas con el fin de que te sea más fácil
irte relacionando con el lenguaje emocional. Vale la pena, así mismo, que una
vez que identifiques la emoción, revises cómo la vive tu cuerpo. Por ejemplo:
“siento enojo”, ¿dónde lo siento?, “lo siento en la boca del estómago”; “me
siento triste”, ¿dónde lo siento?, “lo siento en el pecho”. Esto te ayudará a
reconectarte con tu cuerpo emocional e irlo desarrollando más fácilmente cada
día. Recuerda que el cuerpo habla todo el tiempo y, si no logras expresar tus
emociones, se convertirán en síntoma o enfermedad.
2. ¿Qué necesito?: Como
les he mencionado, las emociones sirven para identificar todas y cada una de
nuestras necesidades, de tal manera que, una vez que ya supe cuál es mi
emoción, puedo saber cuál es mi necesidad. Por ejemplo: “estoy enojado”, ¿qué
necesito?, poner límites. Estoy triste, ¿qué necesito?, desahogarme, llorar y
un abrazo. Me siento impotente, ¿qué necesito?, coraje para enfrentar una
situación…
3. Expresar mi necesidad:
Este punto es muy importante
porque es el que abre o cierra la comunicación. Cuando expreso mi necesidad con
frases que comienzan con; “yo pienso”, “creo”, “opino”, “me parece”, son frases mentales, es
decir, que hablan desde la razón. Automáticamente la conversación se volverá
racional y se convertirá en un juego de poder, donde uno al otro tratará de
demostrar que están equivocados; por lo tanto, no sirve.
Si queremos crear un lenguaje
emocional, es importante comenzar con frases tales como: “yo siento”, “necesito”, “quiero”, “deseo”, “me gustaría”.
Esta última frase en particular me parece muy asertiva e invita a la
comunicación. Es importante recordar siempre que lo importante es ver cómo
podemos satisfacer nuestras necesidades mutuamente, ya que cada quien tiene sus
propias creencias y motivaciones. También que la buena comunicación parte de la
base de la responsabilidad acerca de los propios sentimientos y necesidades.
Ejemplo: Ahora que llegas tarde
de nuevo (hecho observable sin juicios), yo me siento frustrad@ (emoción), ya que teníamos un compromiso tú y yo donde
ibas a llegar puntual a nuestras citas; me gustaría saber qué pasa y qué vas a
hacer al respecto (necesidad).
En el caso anterior, estoy
hablando desde lo que a mí me pasa con la conducta del otro y devolviéndole su
responsabilidad al preguntarle qué va a hacer.
4. Preguntarle al otr@ cómo se
siente con lo que yo le estoy diciendo:
En este sentido, recordar que la
mayor parte de las personas al ser analfabetas emocionales no tendrán ni idea
de cómo se sienten… Lo más seguro es que te contesten inmediatamente con frases
racionales, tales como; “yo creo que…”, “lo que pasa es que…”, o con un ataque; “tú nunca te pones en mi lugar”. En este sentido te
pido que seas paciente y regreses a la persona al ámbito emocional. Por
ejemplo, “te pregunté cómo te sientes, no que crees”, “te pregunté cómo te
sientes, no lo que pasa”, “sí me pongo en tu lugar y por eso te pregunto cómo
te sientes”.
También te pueden contestar con
el clásico “bien”, “mal”, “no sé”. Aquí es
importante preguntarles, “¿cómo es bien?”, “¿cómo es
mal?”, “¿cómo es no sé?” No pases al siguiente punto hasta que
la persona no haya expresado su emoción. Incluso se vale soplar emociones, para
ello es importante que tú ya estés familiarizado con ellas.
5. Preguntarle al otr@, qué
necesita:
Este punto es fundamental porque
ya están las necesidades tuyas y del otro en la mesa. Esto es lo que permitirá
lograr acuerdos. Es una realidad que no siempre se van a poder resolver las
necesidades de ambas partes al 100%, pero es importante tratar en la medida de
lo posible de resolverlas de la mejor manera.
Te invito a que pongas en
práctica este método, ¡verás que los resultados son fantásticos!!! ¡Que tengas
una muy feliz semana!!!