“El Arte de Perdonar”


“El resentimiento es el único veneno que nos tomamos a diario esperando que le haga efecto al otro”.
Perdonar no significa olvidar, que pases por alto el daño que te hicieron; representa tener la humildad de reconocer que quizás el daño que te hicieron no fue intencional y que aún aunque así fuera, te está hablando del miedo y el dolor de la otra persona; viene también a enseñarte el trato que te das a ti mismo o algo que necesitas trascender. Nadie te hiere, tú decides quién te hiere y qué te hiere.
No perdonamos muchas veces, por la falsa creencia de que vamos a parecer débiles o tontos. Nada más lejano a ello. Es una cuestión sobre cómo queremos vivir libres de resentimientos.
Perdonar no significa que ya no te duela… Es más, la persona que te dañó quizás ni siquiera tenga que enterarse que ya la perdonaste. Es decir, el perdón, es un regalo que te das a ti mism@ de cancelar la deuda que sientes que deben.
“Tu hermano no te pudo hacer daño, y además, lo perdonas por haberlo intentado” (Un curso de Milagros).
Pero, ¿por dónde empiezo? Por la decisión de hacerlo; así de simple, decido perdonar “para esto…”. Esto puede llevar tiempo, ya que es un proceso, donde necesito hacer un alto y revisar el mensaje que este maestro de vida viene a darme.
Preguntarme, ¿qué gano por no perdonar? Lo más seguro es que digas, “no, yo no gano nada”, pero creéme, siempre ganamos algo, ya que mientras el otr@ sea el culpable, yo quedo en una posición de superioridad, el otr@ es el mal@ y yo soy la persona buen@ e inocente. “Tú me debes algo y te voy a someter con mi desprecio para que te sientas mal”. Después preguntarme qué pierdo, a lo mejor paz, armonía, alegría, capacidad de autocrítica, humildad, etc.
Comprender que quien te daña, es el responsable del daño, no tú, y devolvérselo de esta forma imaginando a la persona y diciéndole lo siguiente desde el corazón y cuantas veces lo necesites:
“El daño que me hiciste fue muy grave, pero es tuyo, no es mío, es tu responsabilidad y yo ya no lo voy a cargar. Ahora asumo la responsabilidad de lo mío, es decir, de  mi vida; cargo mi propio paquete, la forma como yo colaboré para que esta situación se diera y ahora te dejo en paz”.
Este ejercicio es muy bueno porque te ayuda a cobrar conciencia acerca de cómo tú vienes cargando además del daño causado, el dolor, la frustración e impotencia, en vez de que lo haga la otra persona, quien además, quizás ni siquiera esté preocupad@ por ti y por tu dolor.
También es muy útil reconocer los aprendizajes por la experiencia vivida, hacer una carta donde expreses todos tus sentimientos. Escribir cuál es tu gran miedo y cuál es tu gran dolor, qué necesitabas de esa persona, qué expectativas tenías de ella en la relación,  para qué decides soltar y por último, a qué le quieres dar la bienvenida en tu vida. Una vez que la hayas terminado, la puedes quemar, ya que el fuego purifica y despues tirar las cenizas al WC, ya que el agua limpia la energía. Este ejercicio es muy poderoso y te lo recomiendo ampliamente.
Te invito a que te liberes del dolor y le des la bienvenida al amor hacia ti mism@ y hacia el otro.


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