¿Cómo están estimados lectores? Espero que inicien
una semana llena de oportunidades… El día de hoy vamos a hablar del “poder”, el
cual representa estar en control de ti mismo, reconociendo tus emociones y
manejándolas, “aceptar” las cosas tal cual son, viendo qué voy a hacer a partir
de lo que me está pasando. Comprender cuál es tu “responsabilidad” en lo que te
sucede y entregándole su responsabilidad a los que cooperan contigo para
crearla, en vez de culparnos o culpar.
El tema se complica cuando desde pequeños
aprendimos en esta cultura tan culpígena en la cual vivimos, donde cada
vez que yo no cumplía con las expectativas de los demás, automáticamente pasaba
a sentirme “malo” y culpable, con frases tales como: “Por tu culpa estoy
enojad@”, “Si no me obedeces, mami se va a poner triste”, “por tu culpa me tuve
que casar”, “por ustedes no me divorcio”, etc., etc… La lista es interminable…
¿Qué aprendimos? Pues que de mí dependía cómo se sintieran los demás… Por lo
cual, yo sólo me quería sentir bueno e inocente haciendo lo que se esperaba de
mí. Aprendí a hacer una serie de estrategias para tratar de ser aceptado y
amado por los demás, con las consecuencias que esto implica. Me puse una serie
de máscaras, la del “buenito”, la del “sabelotodo”, la del “rebelde”, la del
“fuerte”, la del “enfermito”, en fín… Esas máscaras, aseguraban que fueras
visto o tomado en cuenta de alguna manera, que aseguraras tu supervivencia,
pero, sobre todo, que te fueras adaptando al medio. La consecuencia, que
entregaras tu poder…
Lo importante aquí, es retomar la responsabilidad
sobre nuestras vidas. Esto es, recuperar la “habilidad para responder de manera
creativa a la vida”, es decir, comenzar a decidir, aquí y ahora, qué es lo que
quiero hacer con lo que me está pasando, recuperando mi capacidad de elegir
libremente y dándome el permiso de cometer errores, de fracasar, de ser
imperfecto, porque en ello va a radicar el recuperar mi poder; aceptando lo que
soy y reparando los daños cometidos. La palabra de la responsabilidad es
“quiero” o “no quiero”, en vez de “tengo”, “debo”, “debería” o “hubiera”, las
cuales implican una obligación impuesta por alguien más o autoimpuesta sin un
cuestionamiento previo.
Una vez que recuperas tu poder, es decir, cuando te
permites ser tu mismo, aceptando y valorando lo que eres, será cuando puedas
comenzar a brillar a tu alrededor. Lo más seguro es que se aparezcan por allí
algunos vampiros emocionales que te inviten a que vuelvas a ser el mismo de
antes, ya que tu transformación implica que ellos también se tengan que mover
o, porque tu brillo les asusta y les da envidia… Pero, lo que si te digo, es
que el cambio vale la pena.
¿Cuáles son los pasos para recuperar mi poder? Pues
lo primero que necesitas es reconocer quién eres y recuperar tu autoestima,
después trabajar mucho con tus creencias limitantes, ya que cuando te das
cuenta que estas creencias, son las que crean tu vida, es cuando puedes
cambiarlas y crear cosas mejores para ti. También es importante que trabajes
con tus patrones transgeneracionales. En este sentido, te invito a que hagas tu
árbol genealógico hasta la generación de tus bisabuelos por lo menos y que te
des cuenta, de cuáles son los patrones que estás repitiendo, con cuáles
miembros te identificas, cuáles son los miembros de tu sistema que tuvieron
alguna suerte difícil, etc.
También es importante desarrollar inteligencia
emocional, para reconocer tus sentimientos, expresar las necesidades
subyacentes a cada uno de ellos, así como, para ayudar a los demás a
expresarlas también de una manera positiva.
Trabajar en soltar tus apegos, tus expectativas y
tus miedos, atreverte a correr riesgos, para poder enfocarte a tomar las
riendas de tu vida y de tu destino de una manera exitosa, pudiendo colaborar a
engrandecer la vida de los demás también.
Te invito a desarrollar todo tu potencial.